El Perdón Ilimitado de Dios
Mi querido amigo, nunca limites el perdón de Dios hacia ti. No hay límite para su perdón y longanimidad. Jesús les dijo a sus discípulos: “Y si [tu hermano] siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale” (Lucas 17:4).
¿Puedes creer tal cosa? Siete veces al día esta persona peca voluntariamente ante mis propios ojos y luego dice: "Lo siento", y debo perdonarlo continuamente. Jesús no dijo: “Perdona a tu hermano una o dos veces, luego dile que se vaya y no peque más. Dile que si alguna vez lo vuelve a hacer, será cortado. Dile que es un pecador habitual. No. Jesús hablaba de un perdón ilimitado y sin ataduras. ¡Cuánto más nuestro Padre celestial perdonará a sus hijos que vienen a él arrepentidos! No te detengas a razonar y no preguntes cómo o por qué es que él perdona tan libremente. Simplemente acéptalo.
Es la naturaleza de Dios perdonar. David dijo: “Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (Salmos 86:5). Ahora mismo, Dios está esperando para inundar tu ser con el gozo del perdón. Tú necesitas abrir todas las ventanas de tu alma y permitir que su Espíritu te inunde de perdón.
Juan, hablando como cristiano, escribió: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). Según Juan, la meta de todo cristiano es “no pecar”. Eso significa que el cristiano no está inclinado hacia el pecado, sino que se inclina hacia Dios.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando ese hijo que se inclina hacia Dios peca? Las Escrituras nos aseguran: “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1), y “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Deja tu culpa, amigo mío. No tienes porqué llevar esa carga ni un minuto más. Si pides, si te arrepientes, eres perdonado. Dios te perdona una y otra vez, y este conocimiento debe desbloquear una gracia en nuestros propios corazones hacia nuestros hermanos en Cristo. Como santos perdonados, somos llamados a perdonar una y otra vez.