El Río de Vida

David Wilkerson (1931-2011)

Al profeta Ezequiel se le dio una visión increíble. Las Escrituras dicen que la mano de Dios lo llevó a un monte muy alto, donde se le apareció un hombre “cuyo aspecto era como aspecto de bronce” (Ezequiel 40:3).

Por supuesto, el hombre no era otro que el mismo Cristo. Condujo a Ezequiel a la puerta de la casa de Dios, donde le dio al profeta una visión asombrosa del futuro del pueblo de Dios. Reveló en qué se convertirá el cuerpo de Cristo cuando los últimos tiempos lleguen. “Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente… ” (Ezequiel 47:1).

Las imágenes de agua en la Biblia casi siempre representan el Espíritu de Dios. Esta visión revela claramente un poderoso derramamiento del Espíritu Santo en los últimos días. La visión tenía un alcance tan abrumador que Ezequiel no podía comprenderla. Ni siquiera pudo comentar sobre su significado; todo lo que podía hacer era registrarla. De hecho, antes de que terminara la visión, el Señor se detuvo y le preguntó a Ezequiel: “¿Has visto esto?”. Dios estaba preguntando: “¿Captas la magnitud de lo que estás viendo? ¿Ves de lo que hablan estas aguas crecientes? Sé que esta revelación es increíble y alucinante para ti, pero no quiero que te pierdas el verdadero significado. Las aguas indican la forma en que todas las cosas terminarán”.

El profeta Isaías vislumbró el mismo río que apareció en la visión de Ezequiel, pero Isaías vio aún más. Según Isaías, el pueblo de Dios en los últimos días gozará de gran protección contra todo ataque satánico: “Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave” (Isaías 33:21).

Isaías está hablando aquí de barcos de guerra conducidos por esclavos. Nos está dando una imagen del enemigo, el diablo, tratando de lanzar un ataque contra todos los que nadan en el río. Dios nos deja claro en estos pasajes que sus aguas vivas están fuera del alcance de Satanás. Como testifica el salmista: “Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan… el ángel de Jehová los acose” (Salmos 35:4-6).