El Señor Levanta a su Pueblo
Uno de los nombres de Dios en las Escrituras es Jehová-Nissi. Significa el Dios que provee, que es bandera, que levanta, que exalta. Es una combinación interesante de significados todos juntos en una palabra.
Esta palabra hebrea nissi se usaba en las bodas judías. Cuando los novios estaban en la fiesta de bodas, todos los invitados hacían que la pareja se sentara en dos sillas; luego levantaban las sillas y caminaban por la habitación cargando a los novios. Esa acción de levantar se llamaba nissi.
Creo que es una imagen impactante porque el matrimonio es una especie de elevación y gran exaltación. Llevo 25 años casado y es una bendición maravillosa, pero también es una prueba.
Realmente no queremos que Dios nos pruebe; no queremos pasar por temporadas secas en las que nos sentimos solos y lejos de su presencia. No queremos pasar por la prueba de tener que mudarnos a lugares difíciles, la prueba de amigos hiriendo nuestro corazón, la prueba de las dificultades familiares, la prueba de las dificultades financieras, las pruebas en la iglesia o el ministerio.
Cuando Pablo estaba hablando de algunas de las pruebas en su vida, él dijo: “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles…peligros entre falsos hermanos… y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11:24-26,28).
¿Por qué está diciendo esto? ¿Cuál es el punto de esto?
Pablo da la respuesta en el próximo capítulo. “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10).
Hay una razón para las pruebas de Dios. Él nos pone a prueba en el área que más amamos. El deseo de Dios en medio de cada prueba por la que estás pasando no es hacerte retroceder o mantenerte en tu lugar; el deseo de Dios es traerte nissi, llevarte a un nuevo lugar, elevar tu fe y que lo adores como el Señor que nos levanta.