El Trabajo Más Eficaz

David Wilkerson (1931-2011)

“Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio” (Salmos 62:8).

Debes considerar tus citas diarias con Dios más sagradas e importantes que tus citas con cualquier otra persona, sin importar quiénes sean.

¡Qué vergüenza debe ser para el cielo ver cómo nosotros los cristianos no valoramos en gran manera la majestad de nuestro Dios, el Rey de la Gloria! A menudo somos frívolos al hacerlo esperar. De repente cancelamos nuestros planes de reunirnos con él en sus atrios por la menor insignificancia.

¿Se imaginan a alguien haciendo esperar al Creador del universo mientras él se queda mirando su programa de televisión favorito? Sin embargo, eso es lo que muchos de nosotros hacemos. Peor aún, muchas veces ni siquiera nos molestamos en presentarnos en la presencia de Dios. No es que olvidemos nuestra cita con él, sino que nos negamos voluntariamente a presentarnos ante él.

Isaías se lamentó: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3).

Cuando permito que haya interrupciones entre mi cita con el Señor y yo, estoy escondiendo mi rostro de Él y no lo estoy apreciando como debería. La verdad es que es imposible perder el tiempo cuando se busca a Dios en oración. Además, fuera del lugar secreto, el hombre o la mujer que ora logra más en menos tiempo, con menos prisa, esfuerzo y sudor.

El trabajo más eficaz que jamás haremos para Dios es el que haremos de rodillas. Mientras que los hombres y mujeres que no oran corren de un lado a otro intentando hacer grandes cosas, el cristiano que ora trabaja arduamente para mover reinos, destruir fortalezas, hacer grandes cosas y convertirse en un gigante con Dios en el proceso.