Eligiendo la Fuente de Vida
Jeremías era joven, de apenas 20 años, cuando Dios le dio un llamado profético. Él entró en ese llamado como muchos de nosotros lo hacemos en nuestra juventud, sin saber realmente lo que depararían los años venideros. Todo lo que sabía es que tenía una relación con Dios. Había entregado su vida al Señor. Él estaba diciendo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Él iba a servir en el papel de un profeta.
Hoy es muy diferente, al menos por lo que veo. Sé que todavía hay verdaderos profetas, pero muchos de los profetas que veo hoy tienen que ver con: "¡Luces, cámara, acción!" Tienen chistes; pueden profetizar y las cosas no se cumplen. Ni siquiera un porcentaje notable de sus profecías se cumplen; y simplemente lo toman a la ligera y siguen adelante.
Por el contrario, Jeremías tenía una sobriedad en su mensaje. Tenía una realidad para él porque la verdad de Dios pesaba mucho sobre él. Jeremías tuvo que cargar el conocimiento de que Dios estaba poniendo a la nación en un curso de elegir a Dios o rechazarlo.
El Señor le dice a Jeremías: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13) . Dios miró a toda la sociedad y redujo todos los problemas de la sociedad a dos males. Primero, habían abandonado a Dios, la fuente de aguas vivas; y segundo, habían hecho cisternas rotas que no podían contener agua, básicamente tratando de reemplazar la presencia de Dios con sus propios recursos.
¡Cuánto necesitamos escuchar esto hoy! Hay tantas voces en las redes sociales e Internet. Tenemos noticias globales 24/7. Siempre a nuestro alcance. Puedes sentirte abrumado al ver todos los hechos y características de nuestra sociedad y tratar de descubrir qué es lo que está mal. Dios lo simplifica para Jeremías y lo está simplificando para nosotros hoy.
Dios nos está diciendo hoy que hay dos males en este mundo: hemos dejado a Dios y nos hemos puesto en el lugar de Dios, tratando de auto sostenernos. Debemos rechazar estas dos mentiras si queremos poner a nuestra nación en el curso de poder elegir a Dios.