En el Monte de Su Presencia
El profeta de Dios escribió: “Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas…” (Isaías 2:3), y “yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración…" (Isaías 56:7).
El mensaje del Espíritu Santo hoy a todo el pueblo de Dios es: “Vuelvan al monte. Vuelvan a su santa presencia”. Muchos ahora están escuchando ese llamado y separando tiempo para orar y buscar a Dios. Otros, sin embargo, siguen su camino, demasiado ocupados con los detalles del reino para escalar el monte santo.
Isaías vio tanto la gloria de un ministerio despierto como la tragedia de los atalayas ciegos, dormidos. Mientras algunos atalayas se estremecen y vuelven al monte de Dios para escuchar una palabra fresca del cielo, otros se perderán en un sinfín de actividades y de superación personal.
“Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado” (Isaías 56:10-11). Isaías dijo que se volvieron así: egocéntricos y preocupados por las obras de sus propias manos, espiritualmente muertos, porque "dejaron al Señor y se olvidaron de su santo monte" (ver Isaías 65:11).
Ministros de Dios, es mejor que escuchemos la advertencia del profeta Isaías cuando dijo: “Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro nombre” (Isaías 65:15). El Espíritu está levantando un ejército de 'hombres de monte' que pasarán tiempo a solas con Dios, encerrados en su santa presencia, escuchando su voz, recibiendo nueva visión y volviendo con gozo para librar a “los que claman a causa de los espíritus quebrantados” (ver Isaías 65:13-14).
¡Oh sí! Volverán pero con poder y dominio. El fuego purificador de Dios despertará principios nuevos y piadosos en nosotros. Durante demasiado tiempo, hemos estado muertos a los principios piadosos necesarios para salvar a la iglesia del caos. Ya no se contentará el Señor con un bien general en su casa; ahora él busca el fuego de Cristo en el corazón.