Entregando lo Imposible
Cuando Dios nos llama a avanzar hacia un sueño o hacia una situación tenebrosa, nuestro escepticismo interno podría decir: “No hay forma de que cruces este río. Simplemente no es posible. No tenemos los recursos; no tenemos las cosas que necesitamos para que esto suceda. No es una mala idea; es solo el momento equivocado. Esperemos un momento más conveniente. Hagámoslo, pero no lo hagamos ahora”.
A pesar de que es una temporada difícil, a pesar de que estamos avanzando, a pesar de que estamos desafiando nuestros recursos, a pesar de que el momento puede parecer incorrecto, amigos, es tanta desobediencia decirle a Dios: "Lo haré, pero después” como es decirle “No” a Dios.
Verás, Dios no quiere que le digamos: "Esta es una buena idea, pero no es muy conveniente en este momento". Dios quiere que digamos: “Dios, es tu manera, y lo haré a tu manera. Es tu momento y lo haré en tu momento”.
No hay mejor manera que la manera de Dios. No hay mejor tiempo que el tiempo de Dios. Cuando los discípulos de Cristo se sorprendieron por sus enseñanzas, "Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible" (Mateo 19:26).
A Dios le gusta cuando nos llama a algo que es humanamente imposible de hacer y en el peor de los tiempos posibles con la menor cantidad de recursos disponibles. Dios dice: “¡Perfecto! Las condiciones son las adecuadas para moverme ahora”. A veces miras a Dios y dices: “Dios, ¿por qué me llamas a hacer esto ahora en esta temporada, en este momento, cuando las cosas son más difíciles que nunca, y me siento más tentado que nunca, y sin embargo me pides que tome esta difícil decisión. Me siento más débil que nunca y me estás llamando a ser fuerte”.
El escéptico dice: “Esta situación, esta petición es imposible”, y Dios dice: “Conmigo, nada es imposible”.
Dios es fuerte en nuestra debilidad. Dios es grande en nuestra carencia. Dios se vuelve el más capaz de moverse en su poder y gracia en nuestras incapacidades.