Fuera de Su Cabeza

David Wilkerson (1931-2011)

“Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:26-27). 

La ley no está destinada a la persona cuya obediencia surge del deseo de agradar a Dios. No le preocupa lo que es legal o ilegal, lo que está permitido o prohibido. Sólo tiene un criterio: “¿Qué desea mi Señor?”

Tú puedes exponerle toda la ley con todas las reglas, regulaciones y prohibiciones, y él te dirá: “No tienes que decirme que no haga esas cosas. No haría nada para lastimar a mi padre. Yo lo amo. Ya he abandonado el mundo y sus concupiscencias para ir tras aquel a quien mi corazón desea. Muéstrame lo que quiere, no sólo lo que prohíbe. Yo quiero que el deseo de su corazón se convierta en mis acciones. Quiero conocer su mente y obedecerla. Claro, yo amo su ley, pero eso es para los que no tienen ley, para aquellos que no han llegado al conocimiento de la intimidad con Cristo. Yo tengo otra ley que obra en mi corazón. Es la ley del amor, la que dice: “Señor, ¿qué puedo hacer hoy para agradarte?”

A una persona así no le conmueven las amenazas del infierno ni siquiera las recompensas. No necesita ningún profeta que lo sacuda, ni advertencias de juicio. Está enamorado de Jesús y su obediencia a la Palabra de Dios es una consecuencia natural de este amor. Para él es tan natural como respirar. 

En cambio, la persona que construye su casa sobre arena lo hace sólo para lucirse. Es un estilo de vida temporal. Verás, esta persona no cree que se avecina una tormenta. Así es como el mundo trata la eternidad; simplemente no piensan en ello. Una celebridad cristiana preguntó una vez a uno de los presentadores de un programa de entrevistas nocturno: “¿Qué piensas de la eternidad?” Él respondió: "Trato de sacármela de la cabeza".

Trágicamente, muchos cristianos también intentan olvidarse de la eternidad. Intentan no pensar que el juicio está a la vuelta de la esquina. Si te has sorprendido pensando sólo en el presente, ¡vuelve tu mirada a tu primer amor!