David Wilkerson (1931-2011)

¿Quién te ha dicho que no eres digno, que no sirves para nada, que eres inútil para Dios? ¿Quién te sigue recordando que eres débil, indefenso o que nunca estarás a la altura de los estándares de Dios?

Todos sabemos que esta voz proviene del mismo diablo. Él es quien te mantiene convencido de que Dios está enojado contigo. Escuchas sus mentiras todo el día y vienen directamente del abismo del infierno.

¿Quién les dice a los miembros del coro que no son dignos de cantar alabanzas en la casa de Dios? ¿Quién les dice a los músicos que no son dignos de tocar instrumentos de adoración? ¿Quién les dice a los ancianos, ujieres, maestros de la escuela dominical, voluntarios, personas en el ministerio y personas en los bancos de la iglesia que son indignos? ¿Quién les recuerda cada pecado y fracaso y los acusa de tener manos sucias y un corazón impuro? ¿Quién les dice que no tienen derecho a tocar las cosas santas de Dios?

La voz acosadora del diablo, el acusador de los hermanos, te dice: “Dios no puede usarte hasta que te sientes y resuelvas este asunto. Ni siquiera puedes entrar en su casa hasta que seas digno”.

El diablo ha convencido a muchos de ustedes que leen este mensaje de que no son dignos de ser usados ​​por Dios. Quizás se sientan indignos incluso de ser llamados hijos del Señor. Cuando observan su vida espiritual, todo lo que ven es inconsistencia. El enemigo sigue mintiendo, recordándoles constantemente sus fracasos y acosando su espíritu.

Permítanme detenerme aquí y confesarles algo: nunca, en todos mis años de ministerio, me he sentido digno de mi alto llamado como predicador. A lo largo de mi servicio al Señor, he sido bombardeado por acusaciones de que no soy digno de hablar en nombre de Dios, de predicar, de enseñar a otros y de ser un líder. No soy digno de escribir este mensaje, y ustedes no son dignos de levantar sus manos en alabanza a Dios. Nadie es digno, no en nuestra propia fuerza y ​​poder humanos. Sin embargo, Jesús nos ha dicho: “Yo los he hecho dignos”.

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).