El Evangelio Plenamente Predicado
El apóstol Pablo dijo a su generación: “Todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Romanos 15:19), y describió el evangelio plenamente predicado como uno de palabras y hechos. “Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio” (Romanos 15:18-19).
Si Pablo hubiera predicado y enseñado sin señales ni prodigios, su mensaje no habría tenido todo su impacto. Él dijo a los corintios: “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros” (2 Corintios 12:12).
Nota las palabras de Pablo en este versículo: señales, prodigios, hechos poderosos. La mayoría de los cristianos hoy en día se estremecen cuando escuchan estas palabras. ¿Por qué? Porque las palabras han recibido un tono diluido por parte de predicadores y maestros sin escrúpulos. La gran tragedia es que esto ha provocado que muchos pastores, evangelistas y laicos temerosos de Dios se alejen de la verdad de un evangelio plenamente predicado.
Amados, Dios sigue siendo Dios y todavía hace milagros. Él sigue siendo nuestro sanador y quiere mostrarse fuerte en favor de quienes confían en él. Eventos sobrenaturales tuvieron lugar en la iglesia del Nuevo Testamento sin perversiones, sin publicidad, espectáculo ni ninguna persona que se atribuya todo el crédito.
El ministerio de Pablo es un ejemplo. En Troas, mientras Pablo predicaba un largo mensaje, un joven se quedó dormido sentado en el borde de una ventana y cayó al suelo desde tres pisos. La Biblia dice que el joven fue “recogido muerto” (ver Hechos 20:9-12). Cuando Pablo llegó donde estaba el muchacho, hizo callar a todos. Luego levantó el cuerpo y de repente la vida volvió al joven. El muchacho había resucitado de entre los muertos. ¡Qué milagro tan poderoso!
Después de que esto sucediera, Pablo no envió a todos a difundir la noticia de que había ocurrido un milagro. No, todos simplemente regresaron al tercer piso, tomaron la comunión y Pablo continuó predicando. Las Escrituras no vuelven a mencionar al joven. ¿Por qué? ¡Porque la iglesia esperaba que sucedieran obras sobrenaturales! Ellos predicaban un evangelio completo seguido de señales y prodigios.