La Gracia de Dios Derramada
Todos los estudios revelan que los jóvenes se sienten cada vez más aislados, temerosos y rechazados. Sin embargo, esta crisis no afecta solo a los jóvenes; multitud de adultos viven en una desesperación silenciosa. Nuestras pruebas pueden ser abrumadoras sin alguien que nos acompañe y nos ayude a soportar nuestro sufrimiento.
El apóstol Pablo sabía lo que significaba sufrir solo en una situación que destrozaba el alma. Fue encadenado y encarcelado varias veces, a menudo en condiciones horribles e inhumanas. En un momento dado, Pablo le pidió a Timoteo que le trajera una capa para abrigarse. Sospecho que Pablo estaba lleno de necesidades desesperadas cada día que pasaba en prisión.
Por terrible que fuera su situación, sus pruebas internas eran aún más duras. Su carta a los filipenses contiene revelaciones de lo solo que él se sentía. Aun así, sabemos que este hombre de gran fe no se dejó disuadir fácilmente de su esperanza en Cristo.
Pablo escribió: “Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, 4 siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, 5 por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora” (Filipenses 1:3-5).
La palabra “gracias” tiene aquí la misma raíz que la palabra “eucaristía”, la misma palabra que usamos para la comunión, el pan y el vino que representan el cuerpo y la sangre de Cristo. La primera parte, “eu”, significa “pozo”, como en “profundamente” o “totalmente”. La segunda parte, “charis”, significa “gracia”. Por lo tanto, cuando Pablo escribió: “Doy gracias”, estaba diciendo: “Expreso mi gratitud por lo mucho que me ha sido dado”.
¿Cómo pudo Pablo estar agradecido en medio de sus terribles pruebas? En pocas palabras, su actitud no se basaba en las circunstancias, sino en la gracia vivificante que Dios le había dado. Él testificó que esa gracia brotaba en él mientras pensaba en el pueblo de Dios.
En cada prueba, Dios nos reserva un derramamiento de gracia que nos da acceso a un gozo profundo. Esta gracia debe ser derramada sobre nuestro sufrimiento para que podamos soportarlo. Muy a menudo, los vasos de dicha gracia son los miembros del cuerpo de Cristo que derraman su fragante belleza de gracia unos sobre otros en tiempos de necesidad. Señor, que quienes sufren entre nosotros contemplen la plenitud de tu buena noticia a través del consuelo de tu pueblo que reparte regalos con gozo. Muéstranos la gran necesidad que hay en tu cuerpo para que podamos derramar tu gracia unos sobre otros. Amén.