Los Recursos Ilimitados de Dios
Cuando murió su marido, una viuda pobre quedó en una situación aterradora con dos hijos que mantener. Al no poder cumplir con sus obligaciones, los acreedores la amenazaron. Esta mujer estaba desesperada y apeló a Eliseo. “Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos” (2 Reyes 4:1).
El hecho es que Dios usa nuestros dilemas para glorificar su nombre. Por esa razón, nuestra propia historia con Dios puede formarse a través del dolor o el retraso. Uno de cada diez estadounidenses está desempleado y otros han tenido que aceptar una reducción de salario. En algunos hogares, ambos cónyuges tienen dos trabajos para no perder todo lo que poseen.
Tal vez tú hayas razonado en tu propio dilema: “Si no consigo tengo una salida pronto, todo se acabó. Necesito un milagro sólo para sobrevivir”. Me imagino a esta viuda teniendo esos mismos pensamientos.
Eliseo le preguntó: “¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa” (2 Reyes 4:2). Él no le estaba pidiendo que vendiera sus objetos de valor por dinero en efectivo; en realidad, no le quedaba ningún objeto de valor. Eliseo estaba diciendo, en esencia: “Dios puede encontrarse contigo tal como estás. Si tienes fe, él puede multiplicar hasta lo más pequeño que tienes”.
La viuda respondió: "Lo único que tengo es una vasija de aceite". Sabemos por las Escrituras que el aceite representa la bendición y la provisión de Dios. En ese momento, Eliseo le dio una extraña instrucción: “Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas” (2 Reyes 4:3).
Ella hizo lo que le ordenó el profeta, y Eliseo le dijo: “Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte” (2 Reyes 4:4). Una vez más siguió la palabra de Eliseo. Mientras servía aceite de su propia vasija, éste llenaba una vasija prestada. Lo mismo sucedió nuevamente cuando también se llenó la siguiente vasija prestada. Volvió a pasar con la siguiente y la siguiente. ¡Había una provisión interminable de aceite!
Este es el punto: cuando Dios nos dice que tiene la provisión que necesitamos, no es sólo una cantidad escasa. Dios tiene todo lo que necesitamos. Su capacidad para afrontar nuestra situación es ilimitada.