Gracia Verdadera

David Wilkerson (1931-2011)

Permíteme darles el corazón del verdadero mensaje de gracia: ¡No es un evangelio permisivo sino uno que enseña santidad!

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo(Tito 2:11-13).

Según Pablo, no caminamos en gracia hasta que hayamos roto con las corrupciones mundanas. A menos que nos esforcemos mediante el poder del Espíritu Santo por llevar una vida piadosa y justa, esperando la venida del Señor en cada momento de nuestra vigilia, no conoceremos la gracia de Dios.

Muchos cristianos quieren perdón, pero eso es todo. No quieren ser liberados de este mundo presente porque lo aman. Están apegados a sus pecados y no quieren renunciar a los placeres de esta tierra. Por eso se aferran a una doctrina que dice: “Puedo vivir como quiera siempre y cuando diga que creo”. 

No quieren oír hablar de obediencia, arrepentimiento, negación, tomar su cruz, tomar el yugo o carga de Cristo. Simplemente quieren ser excusados el Día del Juicio y que se pasen por alto todas sus iniquidades. Esperan que Jesús abra las puertas del cielo, los rodee con sus brazos y los conduzca por una calle de oro hasta su mansión reservada, ¡aunque nunca se han apartado del espíritu de este mundo!

Pablo escribe: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta(Romanos 12:2). ¡Debemos romper completamente con este mundo y ser hechos conformes sólo a Cristo!

Jesús nos justifica por la fe con un propósito. Es para animarnos y darnos poder para resistir al diablo y vencer al mundo. “[Jesucristo] se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre(Gálatas 1:4).