Haya en Vosotros este Sentir
Pablo exhortó al pueblo de Dios: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5). El apóstol estaba diciendo: “Deja que el sentir que está en Cristo, el pensamiento mismo de Jesús, sea también tu pensamiento. Su mentalidad es la que todos debemos buscar”.
¿Qué significa tener la mente de Cristo? En pocas palabras, significa pensar y actuar como lo hizo Jesús. Significa tomar decisiones como las de Cristo que determinan cómo debemos vivir. Significa traer cada facultad de nuestra mente para influir en cómo podemos realmente tener la mente de Cristo. Cada vez que nos miramos en el espejo de la Palabra de Dios, debemos preguntarnos: “¿Lo que veo sobre mí mismo refleja la naturaleza y el pensamiento de Cristo? ¿Estoy cambiando de imagen en imagen, conforme a la semejanza misma de Jesús por cada experiencia que Dios trae a mi vida?”
Según Pablo, esta es la mentalidad de Cristo. “[Él] se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7). Jesús tomó la decisión mientras aún estaba en el cielo. Hizo un pacto con el Padre de dejar su gloria celestial y venir a la tierra como hombre. Iba a descender al mundo como un humilde servidor. En lugar de ser ministrado, Cristo buscó ministrar a otros.
Para Cristo, esto significaba decir: “Yo voy a hacer tu voluntad, Padre”. De hecho, Jesús determinó de antemano: “Yo rindo mi voluntad para hacer la tuya, Padre. Subyugo mi voluntad para poder abrazar la tuya. Todo lo que digo y hago tiene que venir de ti. Estoy dejando todo para depender totalmente de ti”. A su vez, el acuerdo del Padre con el Hijo fue revelarle su voluntad. Dios le dijo, en esencia: “Mi voluntad nunca te será oculta. Siempre sabrás lo que estoy haciendo. Tendrás mi mente”.
Cuando Pablo declaró audazmente: “Tengo la mente de Cristo”, él estaba declarando: “Yo también he rendido mi reputación. Como Jesús, he asumido el papel de siervo”. Pablo afirmó que lo mismo puede aplicarse a todo creyente cuando dijo: “Tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16).