Carter Conlon

Veamos un pasaje sobre Jesús mientras se preparaba para ir a la cruz y ganar la victoria para mí y para ti. Él se había acercado a una higuera que parecía ofrecer algo de satisfacción, pero cuando vio que era un árbol engañoso, lo maldijo y perdió su poder de engañar. Era un presagio de algo que estaba por suceder.

“Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:20-23).

Jesús era Dios y podría haber hecho mucho más que maldecir la higuera. En cambio, invitó a sus discípulos a hacer algo mucho más grande.

Cuando Jesús fue a la cruz, tomó autoridad sobre las cosas que nos engañan, nos liberó de ellas y nos dio dones (ver Efesios 4:7-9). Podemos ser engañados por sustancias, por el trabajo o por las relaciones; nos sentimos atraídos por todo tipo de cosas, pensando: “Esto me hará feliz”, solo para acercarnos y darnos cuenta de que es una ilusión de satisfacción. Jesús destruyó el poder de la higuera en nuestras vidas, pero dejó que la batalla más grande se librara en asociación con nosotros.

Jesús no le dijo a Pedro: “¿Pensabas que la higuera era algo? Mira esto: voy a maldecir la montaña, lo que permitió que la engañosa higuera prosperara en primer lugar”. En cambio, invitó a los discípulos a una batalla más grande en la que les dio a ellos y a nosotros autoridad sobre las montañas en nuestras vidas. Esas montañas son algo más profundo en nosotros que le da al engaño el terreno para crecer. Podemos pasar mucho tiempo superando la lujuria y la adicción y todas esas otras cosas, pero esas son las higueras. La montaña es lo que está en nuestro carácter que nos hace vulnerables al engaño de las cosas mundanas.

Jesús te está diciendo: “Te estoy dando autoridad celestial. Ahora quiero que tomes autoridad sobre las montañas de tu vida”.