José y el Favor de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

¿Nuestro Padre celestial favorece a ciertas personas de entre sus hijos? ¿No dice la Biblia que Dios no hace acepción de personas? Cuando se trata de la salvación y sus maravillosas promesas, Dios nos trata a todos por igual, ¡pero también pone su favor especial en aquellos que responden de todo corazón a su llamado y le entregan su vida por completo!

Job dijo: “Vida y misericordia me concediste, y tu cuidado guardó mi espíritu” (Job 10:12). David dijo: “Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor” (Salmos 5:12).

Nuestro Padre celestial pone una vestidura especial a aquellos que le entregan completamente su corazón: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas” (Isaías 61:10).

José respondió al llamado del Espíritu, entregándolo todo, y como favor de su padre recibió una túnica que lo distinguía. Sin embargo, ese favor de su padre le costó relaciones a José y le trajo rechazo, incomprensión y burla: “Sus hermanos… le aborrecían” (Génesis 37:4).

¿Por qué los hermanos de José se volvieron contra él? La clave está en el versículo 11: “Y sus hermanos le tenían envidia”. Cuando vieron la túnica que vestía José, supieron que hablaba de favor y justicia. Lo odiaban porque les recordaba el llamado del Espíritu que ellos habían rechazado. José era un reproche a su estilo de vida poco entusiasta.

Verás, los hermanos de José se entregaron a charlas triviales y una vida egocéntrica. Sus corazones estaban ocupados con tierras, posesiones, el futuro, pero el de José estaba en otra parte. Él hablaba de las cosas de Dios, de tratos sobrenaturales. Dios le había dado sueños, que en ese día era sinónimo de oír la voz de Dios.

Los creyentes tibios que te rodean querrán hablar de sus coches, casas y trabajos, pero tú prefieres hablar de cosas eternas, de lo que Dios te está diciendo. Pronto te convertirás en un reproche para su tibieza. Te envidiarán porque representas el llamado del Espíritu Santo que ellos están ignorando. Sí, José era de otra índole, y esa diferencia lo hizo aborrecido y envidiado entre sus hermanos. Amado, ¡lo mismo te sucederá a ti si te entregas a Jesús!