La Confianza de un León
Jesucristo me ha dejado una herencia y la reclamo como mía. Las Escrituras dicen: “Mas el justo está confiado como un león” (Proverbios 28:1). Si puedes aceptar esta verdad de la justicia perfecta de Cristo, tendrás la valentía de un león. Nunca más temerás a ninguna persona ni mirarás la vida de otra persona y te sentirás indigno. Puedes decir: “Tengo la justicia perfecta de Jesucristo acreditada por la fe. No, no es mía. Es suya, pero Jesús mismo me la acreditó, ¡así que puedo llamarla mía!
Es hora de dejar de luchar. Si el diablo viene a ti y te dice: “No eres bueno. No tienes justicia”, puedes responder: “Sé que no sirvo para nada. No tengo justicia en mí mismo, pero sí tengo la justicia de Jesucristo. Le he fallado a Dios, pero tengo un abogado ante el Padre: Jesucristo el justo”.
Cuando estés delante del Señor, no tendrás que temblar pensando: “¿Qué le voy a ofrecer? ¿Qué hice bien o mal? No, tú estarás pensando: “No tengo nada en mí para ofrecerle porque tengo su justicia por la fe”.
¿Significa esto que los cristianos no están obligados a hacer buenas obras? Para nada. La justificación por la fe y la justicia imputada de Cristo libera al alma para caminar en santidad y hacer buenas obras. Las buenas obras realizadas con temor esclavizante no traen gloria a Dios; deben surgir de un corazón amoroso. Caminar en verdadera santidad sólo es posible para aquellos que se han apoderado de su herencia, que es la justicia perfecta de Cristo, porque ya no están aprisionados por el temor y la condenación.
Su justicia perfecta es mía por la fe, y ahora soy libre y liberado para servirle como un siervo de amor. Ahora, por el poder del Espíritu Santo prometido en el Nuevo Pacto, él me aparta de toda iniquidad y me capacita para vivir la justicia que él me acredita.