La Consolación de Cristo
La felicidad no significa vivir sin dolor ni sufrimiento. La verdadera felicidad es aprender a vivir con fidelidad y gracia un día a la vez, a pesar de la tristeza y el dolor. Es aprender a regocijarse en el Señor, sin importar lo que haya sucedido en el pasado. Quizás te sientes rechazado y abandonado. Tu fe puede ser débil y piensas que estás fuera de combate. La tristeza, las lágrimas, el dolor y el vacío pueden devorarte a veces, pero Dios todavía está en el trono. ¡Él sigue siendo el Señor Todopoderoso!
No puedes ayudarte a sí mismo o detener el dolor, pero nuestro bendito Señor vendrá a ti. Él pondrá su mano amorosa debajo de ti y te levantará para sentarte de nuevo en los lugares celestiales. Él te librará del temor a morir y te revelará su amor infinito hacia ti.
¡Levanta tu mirada! Anímate en el Señor. La Escritura dice: “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2 Corintios 1:5).
Cuando la niebla te rodee y no puedas ver ninguna salida a tu dilema, recuéstate en los brazos de Jesús y simplemente confía en él. Él quiere tu fe y tu confianza. Quiere que grites en voz alta: “¡Jesús me ama! Él está conmigo. No me fallará. Él lo está resolviendo todo ahora mismo. No seré abatido. No seré víctima de Satanás. No perderé la razón ni mi dirección. Dios está de mi lado. ¡Yo lo amo y el me ama!”
El tema de fondo es la fe y tu fe puede descansar en esta Palabra: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová” (Isaías 54:17).
Convéncete de que sobrevivirás. Vivas o mueras, le perteneces al Señor. Atravesarás el sufrimiento. La vida continúa y te sorprenderás por lo mucho que puedes soportar con la ayuda de Dios.