La Curiosidad es la Cura para el Cinismo

Gary Wilkerson

En su libro “Equipo de Rivales: El Genio Político de Abraham Lincoln”, la historiadora estadounidense Doris Kearns Goodwin detalla el regalo de Lincoln para reunir a los opositores. Ella dice que Lincoln poseía una “variedad de cualidades personales que le permitieron formar amistades con hombres que previamente se habían opuesto a él; reparar sentimientos heridos… para asumir la responsabilidad de los fracasos de los subordinados; compartir crédito con facilidad; y aprender de los errores”.
 
El gabinete de la Guerra Civil de Lincoln fue similar a los grupos de personas en todas partes: familias, iglesias, juntas, lugares de trabajo, jurados, vecindarios. Todos contienen una variedad de personas que tienen el mismo objetivo, pero quieren llegar allí de diferentes maneras. Por supuesto, en el caso de Lincoln, las apuestas eran más altas que la mayoría, el destino de la Unión colgaba en el equilibrio, pero la dinámica del grupo era como cualquier otra. Su brillantez estaba en su resolución de respetar a su equipo, aprender de ellos y honrar la misión usando todos sus talentos.
 
¿Puedes pensar en un momento en el que estabas decidido a hacer un trabajo de cierta manera, pero tuviste que trabajar con alguien que estaba igualmente destinado a hacerlo de manera diferente? Yo puedo; ha sucedido más veces de las que puedo contar. ¿Cómo encontraste un acuerdo? Si eres como yo, hubo momentos en que luchaste por encontrar algún valor en los puntos de vista de los demás.
 
Pablo también pasó por esto, y lo mencionaba a menudo en sus cartas. En Filipenses, él nos desafía a conocer la meta, pero aprender a dejar que nuestras diferencias se conviertan en nuestra fuerza colectiva. 
 
“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:1-5).
 
¿Por qué “estimar a los demás como superiores”? Porque la conexión espiritual rompe las barreras y une a las personas. Nos ayuda a pensar fuera de la caja como lo hizo Jesús. Cuando traemos la mente de Cristo a todo lo que hacemos, la tarea se vuelve más fácil, la carga más ligera y podríamos aprender algo en el proceso.