La Marca del Siervo

David Wilkerson (1931-2011)

En sus salmos, David escribió: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado” (Salmos 40:5-6).

Esto bien puede interpretarse como una alusión a la costumbre de los amos de perforar la oreja de un siervo que rechazó la libertad que le ofrecían (ver Éxodo 21:6). Lo que marcaba al siervo es que se comprometía a entregarse por completo a su amo. Esto no quiere decir que todos debamos renunciar a nuestros trabajos para entrar en el ministerio a tiempo completo. Demasiados hoy en día se están saliendo de la voluntad de Dios al salir con presunción, dejando las responsabilidades de criar una familia para "salir por fe". ¡Esta es una mentalidad equivocada!

Lo mejor es quedarse quieto y darle al Señor más tiempo de calidad donde estés. Se trata de poner a Cristo en el centro de todo para que la familia, el trabajo y todo gire en torno a él. Cristo se convierte en el centro de nuestros pensamientos y pasamos tiempo en su presencia, escuchando su voz, obedeciendo sus mandatos.

El siervo por voluntad es más un alma que da que una que toma. Este siervo no está interesado en la recompensa o ganancia personal. Su salario es la gloria y el honor que le da a su amo. El verdadero siervo que está comprometido con el servicio de por vida está marcado por el Señor de alguna forma especial. ¿Qué marca al siervo?

La Escritura dice: “Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella” (Ezequiel 9:3-4).

No puedes deajr de notar a los siervos de Dios, porque ellos llevan en sus cuerpos las marcas de Cristo. La marca de un espíritu quebrantado y contrito es que lloran por las abominaciones cometidas contra el Señor. Dios no perfora la oreja con un punzón; más bien rompe el corazón con su martillo.

Otra marca en este siervo es una circuncisión hecha sin manos. Significa que se abandonan todos los planes, esquemas y sueños hechos por uno mismo, y las preocupaciones y cargas del Señor se vuelven supremas.