La Tormenta que se Avecina

David Wilkerson (1931-2011)

Cuando es necesario despertar a un niño dormido, un padre amoroso lo toma por los hombros y lo sacude suavemente. Si el niño no se despierta inmediatamente, el temblor se vuelve un poco más fuerte. El padre insiste porque sabe que el niño sufrirá si no se despierta a tiempo.

Eso es precisamente lo que Dios está haciendo ahora mismo, tanto en Estados Unidos como en el mundo. Al principio nos sacudió con mucha ternura; pero ahora su sacudida se ha vuelto violenta porque no ha logrado despertarnos. 

El Señor comenzó literalmente a sacudir la tierra con terremotos a finales de los años 1980. Un terremoto en Armenia arrasó con casi toda esa provincia. Un terremoto de magnitud 6,9 en Japón casi destruyó una ciudad entera. Luego vino el horrible terremoto en San Francisco y casi a diario se seguían más en esa zona. Los terremotos azotan constantemente la costa oeste, desde el norte de California hasta San Diego y hasta México.

Isaías profetiza que un día Dios se levantará y sacudirá toda la tierra. “He aquí que Jehová vacía la tierra… trastorna su faz… todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra… Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido” (Isaías 24:1, 11, 13). Dios va a sacudir la tierra como si fuera un olivo hasta que caiga todo el fruto.

Ezequiel dice que cuando surja la furia de Dios, sacudirá todo lo que pueda ser sacudido. “Todos los hombres que están sobre la faz de la tierra, temblarán ante mi presencia; y se desmoronarán los montes, y los vallados caerán, y todo muro caerá a tierra… y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová” (Ezequiel 38:20, 23).

El escritor de Hebreos dice: “Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo… para que [sólo] queden las inconmovibles” (Hebreos 12:26-27). Dios va a sacudir todo lo que está a la vista para que él se revele como el único poder inquebrantable.