La Vida Bendecida
El Salmo 1:1 comienza con una frase poderosa: “Bienaventurado el varón…”. Esas tres palabras no podrían ser más importantes para un cristiano de ninguna época.
Pero, ¿cómo es posible llevar una vida bienaventurada sin importar lo que pueda venir? Dado lo desordenado que está el mundo, ¿cómo puede ser cierto para nosotros que “todo lo que hace, prosperará”? (Salmos 1:3). De hecho, ¿qué significa ser bienaventurado o bendecido?
El autor del Salmo 1 abordó esta cuestión de una manera individual y profundamente personal. Hoy en día oímos a todo tipo de personas decir: “¡Estoy bendecido!” Algunos quieren decir que sus vidas están libres de problemas. Otros lo dicen porque sus finanzas están en buena forma. Algunos, porque consiguieron un excelente lugar para estacionar en el centro comercial.
Nada de esto es lo que significa bendecido en el contexto de este salmo. El significado hebreo de “bienaventurado” aquí es suma y profundamente espiritual. Ser bendecido no es prosperar en lo material, sino prosperar en el alma; habla de felicidad debido a un sentido de lo divino en tu vida.
Si bien es posible que no siempre tengamos bienes materiales, una salud decente o una vida libre de problemas, podemos ser profunda, suma e inmensamente bendecidos más allá de cualquier cosa que el mundo pueda brindarnos. Esta es una verdad profunda, pero está al alcance de todo aquel que se llame seguidor de Jesús.
El Salmo 1 tiene grandes noticias para ti. Dios es quien orquesta tu justa prosperidad. El salmista declaró del hombre bienaventurado: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae” (Salmos 1:3).
El flujo constante de Cristo nos ayuda no sólo a superar las tentaciones diarias sino también a través de las épocas más difíciles de la vida. Cuando estamos plantados junto al agua viva, podemos recurrir a su fuerza para salir adelante.