Liberado de Mi Enemigo
“Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo. Me asaltaron en el día de mi quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí” (Salmos 18:16-19).
En este salmo, David mira hacia atrás después de una gran liberación y se regocija porque el Señor lo ha rescatado de sus enemigos: “Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos” (Salmos 18:3).
David acababa de pasar por un momento terrible de prueba. Saúl había puesto precio por su cabeza y lo persiguió sin descanso, obligándolo a dormir en cuevas, guaridas y campos abiertos. David dijo de aquel tiempo oscuro: “Me rodearon las penas del infierno, y viví en angustia. Los hombres impíos me hicieron temer que mis enemigos fueran demasiado fuertes para mí. Todos me odiaban”.
Entonces Dios vino rugiendo desde los cielos para liberar a David. “Inclinó los cielos, y descendió… Tronó en los cielos Jehová… Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo” (Salmos 18:9-17).
El enemigo había llegado como una río y David estaba rodeado de poderes demoníacos, pero pudo regocijarse por su liberación: “Me asaltaron en el día de mi quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí” (Salmos 18:18-19).
En otras palabras, David podría decir: “La razón por la que Dios me libró de todos mis enemigos, de todos mis dolores y de los poderes del infierno es porque soy precioso para él. ¡Mi Dios se deleita en mí!”
Amado, si necesitas liberación, ya sea de las garras de la lujuria, del asedio de la tentación o del peso de la prueba, ya sea que tu lucha sea mental, espiritual, emocional o física, recuerda esto: Dios se deleita en ti. Eres precioso para él.