Una Pequeña Vasija Llena de Fe
En 2 Reyes 4:1-7, tenemos un pasaje asombroso sobre Eliseo y una viuda. Ella comenzó a compartir su historia con Eliseo; y fue una historia de dolor, quebrantamiento y decepción. Su marido había muerto. Eso por sí solo sería bastante trágico, pero su historia empeora aún más. No solo su esposo se había ido, sino que ella estaba cargada con una deuda que estaba mucho más allá de su capacidad.
Si todo esto no fuera lo suficientemente malo, el acreedor se acercó a ella y la amenazó, diciéndole: “Si no pagas esta deuda de inmediato, me llevaré a tus dos hijos y los haré mis esclavos hasta que ellos salden esa deuda con trabajos forzados”.
Aquí, ella tuvo la opción de congelarse en el cinismo y decirse a sí misma: “Yo oré por la sanidad de mi esposo y él murió. Yo oré para que esta deuda desapareciera y estoy más endeudada que nunca. ¿Por qué iba a creer que mis hijos van a ser rescatados? Tantas cosas por las que he orado no han sucedido”.
Una vez que te vuelves cínico, la puerta a menudo se cierra. El cínico rara vez ora y aún menos cree en el poder de Dios para obrar. Es como cuando Jesús volvió a su propia ciudad natal. La gente lo miró con escepticismo y descartó su poder porque Jesús era el carpintero local. Como resultado, las Escrituras nos dicen: “No pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos” (Marcos 6:5-6).
Afortunadamente para esta mujer de 2 Reyes, ella creyó en la palabra de Dios a través de su profeta Eliseo; y el Señor obró un milagro increíble en su vida.
Es posible que yo haya visto algunas oraciones sin respuesta en mi vida. Puede que haya pasado por algunas heridas en la vida, pero sé que Dios me oye y sé que está dispuesto para llenar mis manos, estas manos que tengo abiertas para él. Esa pequeña semilla de fe es todo lo que se necesita. “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería” (Lucas 17:6).
Todo lo que se necesita es una semilla de mostaza de fe para vencer una vida de cinismo.