Los Huesos Secos Pueden Volver a Vivir

David Wilkerson (1931-2011)

Ezequiel 37 trata sobre el deseo de Dios de que nos aferremos a las promesas de su nuevo pacto, aprendiendo cómo vivir verdaderamente al entrar en la bendición del pacto.

Todos hemos oído la historia de los “huesos secos” contada por el profeta Ezequiel. Es importante señalar que estos viejos huesos que yacían sin vida en el suelo estaban bajo el pacto. Verás, el Señor les había dicho: “Huesos secos, oíd palabra de Jehová” (Ezequiel 37:4). Dios hizo esta promesa de pacto: “Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis” (Ezequiel 37:14).

Aunque a estos huesos muertos se les predicó la promesa del nuevo pacto, todavía no podían disfrutar de sus bendiciones. Muchos creyentes hoy conocen el nuevo pacto de Dios, pero apenas pueden creerlo porque suena demasiado bueno para ser verdad. Dicen: “Yo sé que Dios me ha dado el Espíritu Santo para que viva dentro de mí, y sé que el Espíritu se encarga de hacer que obedezca a Cristo. Yo deseo desesperadamente esa bendición, pero ¿cómo puedo obtenerla para mi vida?”

Esto es lo que debemos hacer primero. Ezequiel escribe que Dios le dijo que profetizara: “Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán” (Ezequiel 37:9). Las Escrituras dicen que Ezequiel profetizó como Dios le había ordenado: “…y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:10).

¡Qué vista! ¡De repente apareció ante Ezequiel un gran ejército, vivo y respirando! El Espíritu Santo había llenado de vida todos esos cadáveres y ahora estaban preparados para la batalla. En un instante, habían entrado en pleno deleite y bendiciones del nuevo pacto. “Y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ezequiel 37:14). El Espíritu de Dios había ocupado el lugar que le correspondía en ellos y estaba provocando todos los cambios prometidos.