Madurez en Nuestra Fe
Pablo advirtió a los efesios: “Ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14). Tú puedes pensar: “Este versículo no se aplica a mí. Tengo un sólido fundamento bíblico. A mí no me engañan las nuevas modas del evangelio y trucos frívolos que distraen a la gente de Cristo. Estoy arraigado y cimentado en la Palabra de Dios”.
Sin embargo, oye el resto del versículo de Pablo: “… llevados… por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14). Quizás no puedas ser perturbado por la falsa doctrina. Pablo dice que aún podrías ser arrastrado por otro asunto. Él pregunta: “¿Eres llevado por los planes malvados de los que se oponen a ti?”
El mensaje de Pablo nos llama a examinarnos a nosotros mismos una vez más. ¿Cómo reaccionamos ante las personas que se llaman a sí mismos nuestros hermanos y hermanas en Cristo y, sin embargo, difunden falsedades sobre nosotros?
Cuando Pablo ordena: “No sean más niños”, él nos está diciendo: “Esos enemigos tuyos, los que hablan chismes y calumnias, fraude y manipulación, astucia y malicia, engaño y tacañería, te digo que todos son hijos rebeldes. Son tortuosos y mimados. No han permitido que la gracia de Dios obre en ellos. No te dejes engañar por sus juegos infantiles y malvados. Ellos quieren que tú reacciones a su maldad como lo haría un niño, pero tú no debes responderles con niñerías”.
En el siguiente versículo, Pablo nos insta a avanzar hacia la madurez. “Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:15-16).
No puedes evitar los desaires recibidos, las heridas hechas a ti, los chismes dichos en tu contra, el fraude y el engaño dirigidos hacia ti. Sin embargo, puedes usar estas cosas para crecer en gracia. Considéralos como oportunidades para llegar a ser más semejantes a Cristo. Responde suavemente con un espíritu manso. Perdona a los que te usan con maldad.