Manteniendo el Favor y las Bendiciones de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

Dios bendice a quienes caminan en fidelidad, y él muestra favor a quienes lo favorecen. ¿Cómo pierde la gente la bendición y el favor de Dios? El Profeta Hageo habla de esto, y la primera razón por la que enumera es que los intereses propios comienzan a reemplazar los intereses de Dios.
 
Hageo cuenta que los israelitas dejaron de construir la casa del Señor para construir sus propias casas. Esto fue sesenta y ocho años después de que el templo de Salomón fuera destruido. Un remanente había regresado a Jerusalén del cautiverio babilónico específicamente para reconstruir el templo. De hecho, sentaron las bases con celo y emoción.
 
En ese momento, se encontraron con algunas dificultades y desalientos. Poco a poco, perdieron interés en la obra de Dios, diciendo: “Este no es el momento. Tenemos demasiados problemas. Además, estamos pasando tanto tiempo aquí que estamos descuidando a nuestras familias y negocios”. Dijeron: “No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada” (Hageo 1:2).
 
Uno a uno se fueron alejando. Los intereses de Dios, que eran para su propio bienestar, pasaron a ser secundarios. Comenzaron a construir sus propias casas y utilizaron la madera que habían almacenado para construir el templo.
 
¿Cómo pierden los creyentes hoy la bendición y el favor de Dios? Los perdemos cuando dejamos de orar y buscar a Dios y dejamos de construir su cuerpo espiritual, su “templo”.
 
Hageo relata que cuando el pueblo puso los intereses de Dios en primer lugar, él los cuidó en todos los sentidos. Sus viñedos crecieron; sus uvas eran pesadas; por las noches dormían tranquilamente y sus hijos danzaban en las calles. Ninguno de sus enemigos prevaleció contra ellos. Fue un tiempo maravilloso de la bendición de Dios. Las bendiciones cesaron cuando la gente quedó absorta en sí misma.
 
Esto es lo que está sucediendo hoy. Nuestro mundo está consumido por el orgullo, la ambición personal y la obstinación. No es de extrañar que tantas personas estén borrachas y aturdidas por las drogas, deambulando en la oscuridad y la confusión.
 
La respuesta de Dios al abandono de Israel fue: “Llamé la sequía sobre esta tierra… y sobre todo trabajo de manos” (Hageo 1:11). Él estaba diciendo: “Si comienzan a descuidar sus almas y se vuelven hacia las cosas materiales, terminarán sin gozo, insatisfechos, vacíos y secos. Quiero que pongan mis intereses en primer lugar para que yo pueda volver a bendecirlos y favorecerlos”.

 
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