Mi Promesa Es Todo lo que Necesitas
A veces, los momentos de nuestra vida que parecen ser los más brillantes pueden traernos la mayor tribulación y pruebas. La fe, especialmente en estos momentos, es muy exigente. Exige que una vez que oímos la Palabra de Dios, la obedezcamos. No importa cuán grandes sean nuestros obstáculos o cuán imposibles nuestras circunstancias. Debemos creer en la Palabra de Dios y actuar en base a ella. El Señor dice: "Mi promesa es todo lo que necesitas".
Como todas las generaciones anteriores a nosotros, también nos preguntamos: “Señor, ¿por qué me enfrento a esta prueba? Está más allá de mi comprensión. Has permitido tantas cosas en mi vida que no tienen sentido. ¿Por qué no hay explicación para lo que estoy pasando?
¿Por qué está mi alma tan turbada, tan llena de grandes pruebas?
¿Cómo responde el Señor a nuestros clamores? Él envía su Palabra recordándonos sus promesas. Él dice: “Simplemente, obedéceme. Confía en mi Palabra”.
Por favor, no me malinterpretes. Nuestro Dios es un Padre amoroso. Él no permite que su pueblo sufra indiscriminadamente. Sabemos que él tiene a su disposición todo el poder y la voluntad para hacer que todos los problemas y angustias desaparezcan. Con solo decir una palabra, él puede librarnos de toda prueba y lucha.
Sin embargo, el hecho es que Dios no nos va a mostrar cómo o cuándo cumplirá sus promesas. ¿Por qué? Él no nos debe ninguna explicación cuando ya nos ha dado la respuesta. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad en su Hijo, Jesucristo. Él es todo lo que necesitamos para cada situación que la vida nos presente; y Dios se mantendrá firme en la Palabra que ya ha revelado.
Al comienzo de su ministerio, Jesús se puso de pie en la sinagoga y leyó del libro de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor… Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:18-19, 21).
Tenemos esa promesa hoy. Hemos tenido sanidad para nuestros corazones quebrantados, libertad de nuestro cautiverio y se nos ha dado una nueva visión. Simplemente debemos aferrarnos a la promesa de Jesús por fe.