Nada Más que Cristo
¿Qué es lo que nuestro Señor más quiere de aquellos que dicen ser devotos de él? ¿Qué lo bendeciría y agradaría? ¿Construir más iglesias? ¿Más escuelas bíblicas? ¿Más hogares e instituciones gente herida? Todo esto vale la pena y es necesario, pero el que no habita en edificios hechos a mano quiere mucho más que eso. Salomón pensó que había construido un templo eterno para Dios, pero en cuestión de años, estaba en decadencia, y en menos de cuatrocientos años, fue destruido.
Lo único que nuestro Señor busca por encima de todo de su pueblo es la comunión en su mesa. Él desea un lugar de unidad y un tiempo de intimidad, un continua acercamiento a él en busca de alimento, fortaleza, sabiduría y comunión.
Esta generación tiene una revelación limitada del Señor Jesús porque muchos se pierden de la fiesta de la comunión con el Señor. Pocos conocen la grandeza y majestuosidad de un llamado tan alto en Cristo Jesús.
Erróneamente obtenemos nuestro gozo espiritual del servicio en lugar de la comunión. Estamos haciendo más y más por un Señor del que sabemos cada vez menos. Nos desgastamos, nos quemamos y entregamos nuestros cuerpos a su obra, pero rara vez guardamos la fiesta. Somos demasiado casuales acerca de la mesa del Señor, no lo suficientemente serios al tomar nuestro lugar para aprender de él.
Pablo habla de pasar tres años apartado en el desierto de Arabia. Fueron años gloriosos, sentados en los cielos a la mesa del Señor. Fue allí que Cristo le enseñó a Pablo todo lo que sabía, y la sabiduría de Dios se manifestó en él. La conversión no fue suficiente para Pablo. ¡Una única visión sobrenatural de Cristo y escuchar milagrosamente su voz desde el cielo no fue suficiente! Había captado una visión fugaz del Señor y quería más.
Algo en el alma de Pablo clamaba: “¡Oh, que yo pudiera conocerlo!” No es de extrañar que pudiera decirle a todo un sistema cristiano: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1 Corintios 2:2). Él estaba diciendo: "Que los judaizantes de Jerusalén mantengan su legalismo. Que otros discutan sus puntos de doctrina. Que se desgasten los que buscan ser justificados por las obras. Pero yo, ¡yo quiero más de Cristo!” Amados, debemos tener el mismo deseo.