Nosotros lo Anhelamos

David Wilkerson (1931-2011)

El Salmo 45 nos ofrece un hermoso cuadro de Cristo y su novia. Un gran matrimonio está a punto de realizarse y el escritor se llena de éxtasis y emoción: “Rebosa mi corazón palabra buena…” (Salmos 45:1). El salmista apenas puede contenerse. Está describiendo algo que ve en su mente, una ceremonia increíble con un novio grandioso y glorioso y una hermosa novia vestida de oro.

En 1981, el mundo entero quedó hipnotizado por la boda real en Inglaterra. Millones de personas en todo el mundo estaban pegadas a los televisores mientras la princesa Diana y el príncipe Carlos se casaban. Fue una de las bodas más glamorosas y celebradas de la historia moderna.

Las cadenas de televisión contaron con comentaristas que describieron cada detalle del proceso. Los clips de noticias mostraban la vida real de Carlos, sus partidos de polo, sus deberes como príncipe, su herencia como próximo rey de Inglaterra, su trono, sus riquezas, su palacio.

Los comentaristas también describieron con exquisito detalle todo sobre la princesa Diana. La imagen era increíble: su peinado, su séquito, sus adornos, su anillo, sus flores, su carruaje real. Incluso durante la ceremonia de la boda, mientras la pareja estaba junta ante el altar, un comentarista susurró detalles por un micrófono: “¿No es hermosa? Mira su vestido, sus zapatos, sus flores”.

Fue romántico, impresionante, un príncipe y una princesa unidos en santo matrimonio “hasta que la muerte los separe”. Personas de todo el mundo lloraban al verlos. Sin embargo, vivimos para ver este matrimonio desintegrarse en una de las rupturas más sórdidas y feas sobre la faz de la tierra.

El matrimonio descrito en el Salmo 45, por otra parte, es una unión mucho más grandiosa y gloriosa. También está lleno de romance, belleza y majestuosidad, pero éste es un matrimonio que nunca terminará. Está destinado a la gloria eterna porque se trata de Jesús y su novia. El novio es nuestro Rey y Señor, Jesucristo, y la novia es su iglesia, los creyentes que se han preparado para su venida, que lo anhelan con gran expectación y cuyos corazones puros no tienen mancha ni arruga.