Uno de los Milagros Más Grandes de Dios

Carter Conlon

Jesús dijo a los líderes religiosos de su época: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).

Recuerdo claramente que una vez dije en voz alta en el supermercado: “¡Odio a la gente!”. Las personas eran las que me hacían sentir inseguro y salir corriendo de las aulas cuando dirigían su atención hacia mí. Creía que la gente me imponía exigencias poco realistas. Por eso solía retirarme a la cabaña de mis padres en un lago en la naturaleza canadiense y estar completamente solo y en paz. No necesitaba ni quería a nadie cerca. A mi modo de ver, las personas eran el problema. La gente era una fuente de dolor para mí.

Por eso es tan sorprendente que Dios me haya dado un giro de 180 grados. Ahora la gente es un gran gozo para mí, y el único dolor que siento cuando se trata de la gente es que tal vez no lleguen al cielo. Para mí todo el viaje ha valido la pena gracias a esto, y no es algo fingido. Nunca aprendí a fingir el amor de forma convincente. Oro con seis o siete chicos de la iglesia todas las mañanas, y cada vez que terminamos, digo: “Los amo”. Y lo digo en serio.

Amar a los demás no es posible en un sentido humano. El Señor me enseñó que se trata de amar lo que él está haciendo en mi vida y en la de los demás. Se trata de verme a mí mismo y a los demás a la luz de Jesucristo. Cuando empezamos a mirar a las personas de esta manera, tenemos una nueva perspectiva.

He visto el testimonio de Cristo de muchas maneras a lo largo de mi vida. He visto milagros, particularmente en el extranjero. He visto decenas de miles venir a Cristo en un momento. He visto cómo se detuvo el genocidio. He visto grandes gestos de la mano todopoderosa de Dios. 

“Pero, ¿cuál es el mayor milagro de todos?” podrías preguntar. 

“Que yo amo a la gente”, me vería obligado a responder.

El hecho de que ahora puedo expresar amor genuinamente es una puerta abierta por la que entré y por la cual estoy eternamente agradecido.