El Poder de la Gloria de Dios
Lo que cambia al mundo es contemplar la gloria de Dios. En las Escrituras, hay algunas personas que tuvieron revelaciones realmente íntimas de la gloria de Dios. Sé que suena místico, pero en realidad no lo es. A veces, contemplar la gloria de Dios puede ser tan natural. La Biblia nos muestra esto tanto con las personas que buscan activamente a Dios como con otras que no lo hacen.
Cuando Moisés caminaba por el desierto, él no estaba diciendo: “¡Dios, quiero ver una señal tuya!” De todos modos, una zarza ardiente aparece; y él tiene esta gran revelación de Dios. Ahora Caleb y Josué buscaban a Dios; y ellos fueron los únicos que sobrevivieron a todo el peregrinaje por el desierto y entraron en la Tierra Prometida. Jesús buscó a los apóstoles que solo estaban haciendo su vida diaria; mucha gente vino a buscar a Jesús porque habían oído rumores acerca de la autoridad de Dios en él.
Una de mis historias favoritas es la mujer en el pozo. Ella absolutamente no estaba buscando a Jesús. La mujer junto al pozo nació en pecado y vivía en pecado; y su vida fue quebrantada, pero Jesús no le dice: “Bueno, si tan solo pudieras guardar la ley, yo obraré en tu vida”. En cambio, cuando lees esa historia, es como si Jesús estuviera diciendo: “¿Ves quién soy? Si me pides, yo te daré agua viva”. Ella tiene esta revelación, sin buscarla, del corazón de Dios; y se convierte en la primera misionera del Nuevo Testamento.
Lo que ves una y otra vez en las Escrituras es que cuando las personas tienen estos momentos íntimos de ver la gloria de Dios, hay una gran obra que el Señor hace en ellos y a través de sus vidas. Moisés sacó a los hijos de Israel de la esclavitud. Josué y Caleb llevaron a Israel a la Tierra Prometida. La mujer del pozo llevó a su pueblo a ver a Cristo. Los apóstoles llevaron el evangelio al mundo conocido.
Si alguna vez sientes que “simplemente, yo no tengo una gran capacidad; soy demasiado imperfecto”, una cosa que es consistente en las Escrituras es esta: Dios usa a muchas personas quebradas. Cada uno de nosotros tiene sus debilidades, pero también tenemos los dones que Dios nos ha dado. Mientras contemplamos la gloria de Dios, mientras caminamos con el Señor, él traerá esos dones a su uso pleno y cambiará el mundo que nos rodea.