El Poder del Espíritu de Dios
Jesús dejó la tierra en el primer capítulo de los Hechos. Les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén el Espíritu Santo prometido, y así lo hicieron. Jesús los había discipulado, pero después de tres años de vivir con ellos, dándoles ejemplo, huyeron la noche en que fue traicionado y arrestado. Uno lo negó tres veces; uno lo traicionó; uno dudó hasta el final, y todos huyeron. Él les advirtió: “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).
No fue hasta que vino el Espíritu Santo que las cosas cambiaron. Eso es lo que el Señor nos dio. “El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17).
Tú puedes tener todas las enseñanzas, textos y guías de estudio, todos estos tienen su lugar, pero a menos que Dios haga una obra dentro de ti por medio de su Espíritu, sólo vas a andar de una forma más moral. Sólo el Espíritu Santo trae convicción de pecado. Sólo él hace real a Cristo. Sólo él produce el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza. De hecho, Pablo dice que el Espíritu es el espíritu de Cristo, por lo que él se convierte en nuestra vida. Dios no está obrando con el viejo Jim Cymbala; él quiere que Cristo viva a través de mí y de todos los creyentes.
Cuando Pedro, el que negó a Jesús, se puso en pie después de Pentecostés, predicó un sermón tan poderoso que trajo una profunda convicción de pecado. El verdadero evangelio que predicó Pedro es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Ni el sistema de sonido, ni el lugar, ni los colores que le pongas, ni los carteles. Pablo dijo: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego. Porque en él la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: El justo por la fe vivirá”. Pedro lo predicó y miles vinieron a la iglesia ese día.
El único cambio para cualquiera en mi iglesia o en tu iglesia o en mí o en ti es el Espíritu de Dios en nosotros. “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.