Propósito Divino y Definición
John Piper escribió sobre lo que él consideraba una de las sentencias más condenatorias, disruptivas y que cambia la cultura en la historia de la Corte Suprema. Esta pequeña frase vino del juez de la Corte Suprema Anthony Kennedy en 1992, y dijo: "En el corazón de la libertad está el derecho a definir el propio concepto de existencia, el significado del universo y el misterio de la vida”.
Para que podamos defender esa ideología, Dios debe ser excluido de la conversación.
Decir que cualquier persona puede definir lo que dice el universo sobre su existencia y auto-diseñar su identidad es un intento de sacar a Dios del cuadro porque es él quien define quiénes somos. “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).
Como escribió Alexander MacLaren, un predicador del siglo XIX: “Un hombre se imagina a sí mismo mostrando su libertad al deshacerse de las restricciones de la moralidad o la ley, y al 'hacer lo que quiere', pero en realidad está mostrando su servidumbre. La voluntad propia parece libertad, pero es servidumbre… La voluntad y la conciencia deben guiarnos e impulsarnos; y nosotros nunca pecamos sin primero coaccionarlas o silenciarlas y someterlas a la advenediza tiranía de los deseos y sentidos que deben obedecer y no mandar".
Cada persona conoce instintivamente la rectitud, la justicia y la verdad de Dios, incluso si nos rebelamos en contra de este conocimiento. “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20).
Tenemos un trabajo que Dios ha dispuesto para nosotros. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
Fuimos creados para un propósito eterno. “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos” (Eclesiastés 3:11). Nuestro Padre nos ha dado una definición, un deber y un destino divinos. No debemos olvidar eso, no importa contra qué pecados luchemos en nuestro corazón.