Buscando el Sueño de Dios para Nosotros
Por fuera, Pablo era un hombre quebrantado y acabado al final de su ministerio, yaciendo en lo profundo de una celda subterránea maloliente, rodeado por los peores criminales. Fue allí donde escribió: “Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora” (Filipenses 1:3-5).
A pesar de todo, desde lo más profundo de la soledad de Pablo y de la profunda oscuridad que lo rodeaba, surgiría una luz que aún hoy nos ilumina. Todo fue porque Pablo recordó lo que había producido la obediencia a Dios. Imagina por un momento todo lo que podría haberse perdido en esa ocasión o para siempre si no hubiera oído las promesas de Dios, si no hubiera creído en este sueño de una iglesia, si no hubiera tenido ese corazón que busca y responde.
Cuando el susurro de Dios habló a su corazón, Pablo rechazó la incredulidad que podría haberlo limitado y decidió obedecer. Me estremezco al pensar en cuánto se podría haber perdido si Pablo, como muchos de nosotros hacemos con demasiada frecuencia, se hubiera escondido detrás de un argumento de autojustificación de que Dios le había fallado y del razonamiento aparentemente lógico de que su sueño divinamente inspirado nunca podría realizarse.
Incluso hoy, Dios habla a nuestros corazones y mentes. Pueden surgir inmensas bendiciones incluso de los actos aparentemente más pequeños de obediencia a llamados que parecen mundanos o triviales. Los susurros de Dios pueden convertirse en momentos y movimientos milagrosos.
Aunque Pablo estaba confinado en las profundidades de una prisión, pudo superar sus circunstancias y animarse al recordar en su corazón todos los recuerdos de la obra milagrosa realizada en Filipos. Pablo se dio cuenta y luego encarnó el potencial extraordinario de paz y gozo que yace latente en cada uno de nosotros; puede ser liberado cuando elegimos la obediencia y la fe, y cuando creemos en el sueño que Dios ha puesto dentro de nosotros. Al animarse a sí mismo, Pablo nos desafió a creer, oír e invertir más en los pensamientos y sueños de Dios para nosotros.
Ahora la pregunta es ¿qué sueño duerme dentro de ti desde hace años? Mientras lees regularmente su Palabra y pasas tiempo en oración, eligiendo dejar de lado Facebook, Twitter, Instagram, Netflix, YouTube y otros, ¿cuál es el llamado que sigue llegando a ti?