Quédate Quieto y Espera

David Wilkerson (1931-2011)

Dios habla a su pueblo por la voz de su Espíritu: “Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:21).

La voz de su Espíritu nos llega principalmente a través de las Escrituras. Él puede abrir un pasaje bíblico que será la clave para nuestra liberación. Sin embargo, antes de que podamos oír su voz de dirección, Dios requiere algo de nosotros. Debemos permanecer quietos y esperar a que Él actúe. Esta palabra no es una sugerencia sino un mandamiento. Es el secreto de nuestra victoria y liberación totales. De hecho, el Señor ordenó a su pueblo que se mantuviera quieto en muchas ocasiones.

En Josué 3, leemos acerca de otro cruce que Israel tuvo que hacer en el río Jordán. Dios instruyó al pueblo: “Y mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta la orilla del agua del Jordán, os detendréis en el Jordán” (Josué 3:8). Luego el Señor agregó: “Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán… se detendrán en un montón” (Josué 3:13).

Dios dijo: “Cuando llegues al agua, planta tus pies en ella y quédate allí. Quédate quieto, descansa. ¡Solo espera a que yo actúe y yo dividiré las aguas por ti!”

Las palabras hebreas que se usan para quedarse quietos en este pasaje significan “detener toda actividad, cesar todo esfuerzo”. ¿Cuántos israelitas obedecieron cuando llegaron al Jordán? Mientras permanecían con los pies en el agua, muchos debieron pensar: “¿Cómo sabemos que esto va a funcionar?”. Algunos podrían haber tenido la tentación de construir algún tipo de puente de pontones para intentar cruzar con su propio ingenio, pero eso habría sido en vano.

Dios actuó en esa ocasión. Dividió las aguas porque el acto de obediencia de Israel estuvo acompañado de fe. ¡Dios respondió a su fe! Amados, por la fe, si escuchamos su voz y obedecemos, él provee una respuesta.