Reconociendo las Promesas de Dios
Yo sé lo que es escuchar la promesa de Dios de que tendrás una vida victoriosa y vencedora, y sé lo que es no ver esa promesa cumplida. En esos momentos me he sentido derrotado, abrumado y desalentado por el enemigo.
Yo sé lo que es escuchar la promesa de Dios diciendo que nos mostrará las alturas, las profundidades y la anchura de su amor, pero también sé lo que es, por otro lado, sentirme, aun así, no amado o como si tuviera ganarme el amor de Dios y esforzarme por hacerlo feliz conmigo. Conozco las promesas de Dios de que él nos da un favor inefable como hijos suyos, pero también sé lo que es hacer la pregunta: “¿Realmente quiere él lo mejor para mí? A veces parece distante y frío como un capataz duro”.
Yo sé lo que es tener todas estas promesas de Dios: el gozo abrumador, la victoria, el poder, el contentamiento, la paz, la prosperidad, la gracia y la vida en abundancia, y sé lo que es sentir que no las estoy experimentando en mi propia vida. Cada promesa de Dios para mí es una meta. Lo quiero todo. ¿A cuántos de ustedes les gustaría solo la mitad de lo que Dios ha prometido? ¿A cuántos de ustedes les gustaría tres cuartos? ¿A cuántos les gustaría todo?
Proverbios dice: “La esperanza que se demora es tormenta del corazón…” ¿Cuántos de ustedes saben la siguiente parte de esa escritura sin mirar? La mayoría de nosotros conocemos la primera parte, pero muchos no nos damos cuenta de que la segunda mitad de ese versículo dice: “…pero árbol de vida es el deseo cumplido” (Proverbios 13:12).
¿Cae del cielo la esperanza de hacer realidad los sueños? ¿Es un regalo envuelto de Dios, o hay cosas que Él nos pide, pasos que tú y yo podemos tomar para ver nuestras esperanzas realizadas?
El problema no es que Dios no sea fiel en cumplir sus promesas. El problema es nuestra capacidad de realizar sus promesas incorporando principios y prácticas, devociones y compromisos con el Señor que abren las ventanas de los cielos, por así decirlo. Una vez que nuestro corazón esté en el lugar correcto y se somete a Cristo, podremos ver las promesas de Dios cumplidas en nuestras vidas.