Recuerda Nuestra Fuente de Vida

Gary Wilkerson

Jesús le dijo a la iglesia en Laodicea: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…” (Apocalipsis 3:15-17). Esa última línea es probablemente lo más trágico que alguien podría decirle a Dios.

No creo que la mayoría de los creyentes modernos en América dirían alguna vez en voz alta: “Ese también soy yo. No necesito nada de Dios”. Aunque a veces lo decimos en nuestras acciones. Lo decimos en nuestra agenda, nuestro tiempo dedicado, nuestras pasiones, nuestros sueños. Nuestras metas y el diseño de nuestros días dicen: “Realmente no necesito el Espíritu Santo porque puedo hacerlo yo mismo. No necesito tiempo en oración porque tengo la sabiduría para seguir adelante con mis propias fuerzas”.

Jesús sabe más que eso. Él continuó en el versículo 17: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17). Jesús escribió esta carta para decir, tanto entonces como ahora: “Por favor, vuelve a mí. No te das cuenta de lo mucho que me necesitas”.

Hay un antiguo himno que dice: “Te necesito cada hora, Señor misericordioso. Ninguna voz tierna como la tuya puede permitirse la paz. Te necesito, oh, te necesito. Cada hora te necesito. Bendíceme ahora, Salvador mío, vengo a Ti…”

Dios es nuestra fuente de vida y poder en la vida. Jesús es nuestro pasado, presente y futuro. Él es nuestro todo en todo. Nada se compara con él. 

Cuando me siento a leer mi Biblia todas las mañanas, yo oro: “Señor, sigue hablándome. No pases por mi lado. En este tiempo que tengo contigo hoy, por favor reúnete conmigo. Te necesito. Necesito un toque fresco del cielo. Necesito ser lleno del poder y la gracia del Espíritu Santo”. ¿Te unirás a mí para orar así todos los días? Nunca necesitamos menos a Dios, no importa lo bien que vaya la vida.