Renunciando a Estar a la Altura

David Wilkerson (1931-2011)

“Y temió el pueblo delante de Jehová… y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios” (Hageo 1:12,14). Los israelitas tuvieron convicción de pecado por sus propios intereses y regresaron a trabajar en la reconstrucción del templo. Estaban de regreso donde debían estar: ¡construyendo la casa de Dios!
 
Se pararon ante los cimientos del templo mientras se levantaban los muros, pero algo andaba mal y muchas de las personas mayores comenzaron a llorar. ¿Por qué? Porque habían visto el esplendor del templo de Salomón sesenta y ocho años antes, y este nuevo no estaba a la altura. En comparación, parecía nada.
 
El pueblo comenzó a hablar de la gloria pasada, diciendo: “Este templo no tiene arca ni propiciatorio ni querubines. No hay fuego consumidor sobre el altar, ni gloria Shekinah que descienda sobre la casa. Después de todo nuestro arduo trabajo, sacrificio y obediencia, de haber puesto los intereses de Dios en primer lugar, ¡no estamos a la altura! Esto no es nada comparado con lo que vimos una vez. ¿Por qué seguir adelante cuando vemos tan poco de todo lo que hemos hecho?
 
Muchos del pueblo de Dios hoy en día se están dando por vencidos porque creen que nunca estarán a la altura. Al igual que los israelitas, han vuelto a poner a Dios en primer lugar, a buscar su voluntad y a construir su casa. Sin embargo, cuando miran sus vidas, dicen: “Tengo muy poco que mostrar a pesar de todas mis luchas. Tengo muy poco de la santidad y la gloria de Dios en mi vida. Comparado con otros cristianos, nunca estaré a la altura. ¿De qué sirve luchar? Nunca tendré la victoria”.
 
Estoy convencido de que es por eso que muchos cristianos devotos abandonan la lucha. Se comparan con otros creyentes y se desaniman porque se sienten irremediablemente inferiores. 
 
Amado, puedes anotar esto porque es la promesa de Dios para ti. Desde el mismo momento en que te concentres nuevamente en edificar el cuerpo de Cristo y dejes de lado todos los pensamientos de estar a la altura, comenzarás a ver sus múltiples bendiciones. ¡Literalmente puedes anotarlo! Sabrás que él te favorece, te sonríe y se regocija en ti.