Sanidad para la Persona Plena
Para vivir la vida holística que Dios ha diseñado para nosotros, a veces tenemos que abordar primero lo negativo. Soy un tipo bastante positivo, pero creo que debemos llegar al meollo del problema.
Soren Kierkegaard lo llamó pavor existencial. Es una ansiedad que no se basa en “mi trabajo no va bien” u “ojalá mi matrimonio fuera mejor”. Más bien, es algo muy profundo dentro del alma que siente que falta algo. Nosotros en el ministerio oímos esto mucho. La gente confiesa: “Siento que debería haber más en la vida. No es tan maravilloso como esperaba que fuera”. A menudo esto es cierto para los nuevos cristianos. Recibimos las preciosas promesas de Dios, pero la realidad de nuestra vida aún está lejos de ser perfecta. Es una angustia del alma y lo opuesto al gozo, la paz, la alegría y la felicidad.
En Estados Unidos, sufrimos particularmente de esta insatisfacción con la vida. La brecha es aún mayor porque somos muy prósperos y podemos acceder a casi cualquier cosa instantáneamente. Cuando viajamos a algunos de los países más pobres del mundo, vemos que sus expectativas son simplemente despertar y poder respirar y tener agua limpia. Si esas necesidades están satisfechas, ellos están satisfechos. No digo que las altas expectativas sean malas, pero nuestras expectativas no son realistas en comparación con la realidad de la vida. Es esa brecha deslumbrante la que causa este temor.
Debido a nuestra relativa prosperidad, podemos dudar en pedirle a Dios que nos ayude con nuestra angustia, ya que es un problema del "primer mundo", que no es una necesidad válida en comparación con las luchas de otros países por la supervivencia básica. Incluso podemos sentirnos culpables por estar ansiosos, pero Dios no lo ve así. La buena noticia es que él entiende que, independientemente de quiénes seamos o de dónde vengamos, todos experimentamos las mismas necesidades humanas. Su diseño para nosotros es que seamos saludables en cuerpo, mente y espíritu.
De esto se trata nuestro ministerio. 1 Tesalonicenses 5:23 dice que el evangelio es holístico: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Dios entiende nuestras complejidades y limitaciones. No importa dónde estemos quebrantados, él puede y nos traerá a la plenitud en él.