Santidad y Plenitud

Gary Wilkerson

Crecí en lo que luego sería considerado el Movimiento de Santidad. Mi abuelo era un predicador de la santidad. Él solía viajar por todo Estados Unidos llevando una carpa, predicando sobre el fuego y el azufre del infierno. “Vive una vida santa o no verás al Señor”. Entendí la santidad en este sentido: “Quiero vivir por encima del pecado. Quiero seguir a Cristo. Quiero leer mi Biblia. Quiero orar, ir a la iglesia y hacer viajes misioneros”. Estos aspectos encajan en mi categoría de santos, pero mi vida no era estaba completa.

Mi amigo Tim Dilena estaba predicando conmigo en una conferencia y nos dijo a todos los pastores: “Levanten una mano. Ahora enumera a tus cinco amigos más cercanos. Personas con las que puedes contar; que tienen verdadera devoción el uno por el otro, que se buscan unos a otros, y conocen las cosas de los demás”.

Levanté la mano y enumeré mis cinco rápidamente. Luego, Tim agregó: “Pero no pueden ser tu esposa o tus hijos”. Pensé: “Oh, no”. Mis cinco ya no estaban. Lo intenté de nuevo, llegué al tercero, y me estaba preguntando por el cuarto y el quinto. Estaba pensando: “No, son compañeros de trabajo o conocidos. Son pastores en otra ciudad, pero en realidad no son mis amigos cercanos”. Esto me tocó muy en mi interior.

Soy santo en el sentido de amar a Jesús y orar, pero no soy completo en el sentido de estar completo en Cristo por su cuerpo, la iglesia. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23). Es algo que va más allá de “Lee tu Biblia. Ora”. Pertenecer a un pequeño grupo no es necesariamente tener amigos. Puedes esconderte en un grupo pequeño casi tan bien como en una mega iglesia. Yo era pastor de una mega iglesia cercana, pero no podía contar cinco amigos realmente cercanos con una mano.

No es saludable no tener amistades. Después del sermón de mi amigo, comencé a ver mi necesidad de una vida completa y santa. Esa revelación cambió toda mi vida y mi ministerio. Hoy, ora por un área de tu vida en la que Dios quiera traer plenitud además de santidad, ya sea con amistades o en alguna otra área.