Sembrando las Semillas de Esperanza
Las Naciones Unidas realizan frecuentes estudios sobre las adicciones en todo el mundo. La cifra siempre ronda los 270 millones de consumidores de drogas en todo el mundo, pero la cifra real probablemente sea el doble. Muchos países no informan la verdad debido a la vergüenza cultural y las ramificaciones políticas.
Una investigación realizada por Teen Challenge, la organización sin fines de lucro que mi padre fundó para jóvenes en riesgo revela que en Pakistán, uno de cada cuatro hombres consume heroína y la mayoría de ellos son adictos. En China se puede comprar heroína por el precio de un huevo cocido. Se cree que en la India vive aproximadamente el 20 por ciento de todos los drogadictos del planeta. Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., más de 46 millones de personas en Estados Unidos están clasificadas con trastornos por abuso de sustancias.
Estas cifras son suficientes para desinflar la fe de los cristianos más duros. ¿Estamos siquiera haciendo mella en el mundo con el evangelio?
Para tener una perspectiva, miremos el mundo después de la ascensión de Jesús. Las probabilidades estaban abrumadoramente en contra del establecimiento exitoso de la iglesia. El imperio romano era un centro comercial de idolatría y cultos paganos que habían migrado desde Egipto y Siria. Los seguidores de Jesús fueron acosados y golpeados por el Sanedrín, y los romanos los encarcelaron, torturaron y asesinaron. Los nuevos creyentes en la iglesia eran rebeldes, mientras que judíos y gentiles discutían interminablemente sobre la doctrina. Los apóstoles araban terreno nuevo todos los días, sin estar seguros de dónde estaría la siguiente roca.
Sin embargo, siguieron adelante con un objetivo: Sembrar la semilla. Pablo estaba decidido únicamente a difundir el evangelio de Jesucristo a su mundo y dejar que Dios hiciera la obra sobrenatural. “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Corintios 3:7).
En los años sesenta, Teen Challenge creció gracias a esta misma adhesión al mensaje. Las drogas, los asesinatos de JFK y Martin Luther King, Jr. y la guerra de Vietnam habían trastornado la psique nacional, provocando una desesperación generalizada entre los jóvenes. Cuando Dios llamó a mi padre para hacer su parte en su ciudad, él se puso a trabajar. Ahora generaciones de familias caminan a la luz de la redención porque un hombre obedeció.
Proverbios nos dice que mantengamos estas palabras al frente y al centro: “Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante” (Proverbios 4:25). ¡Este es nuestro mandato! ¡Sé valiente, permanece en el mensaje y no dudes! Nuestra generación cuenta con nosotros.