Una Señal del Poder de Dios
Cuando Dios envió a Moisés de regreso a Egipto para liberar a su pueblo, ellos había conocido 400 años de cautiverio. Esa generación, sus padres y sus abuelos nunca habían conocido nada más que esta cultura dominante y opresiva que les decía cuándo acostarse, cuándo levantarse, qué pensar, los parámetros en torno a su comportamiento. Probablemente vivían con la constante burla de la gente que decía: “Se supone que ustedes son hijos de Dios. Si eso es cierto, ¿por qué los tenemos dominados? ¿Dónde está su Dios? ¿Dónde está la fuerza de su Dios?”
Yo sé que los creyentes de hoy luchan contra esos pensamientos todo el tiempo. Muchos de los que han conocido a Cristo toda su vida todavía tienen al diablo susurrando en sus corazones: “Si realmente eres un hijo de Dios, ¿por qué luchas de la manera que lo haces? ¿Dónde está él, ahora cuando realmente lo necesitas?”
Mira cómo Dios respondió esta pregunta para los israelitas. “Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” (Éxodo 4:30-31).
Cuando nos encontramos en una situación y no estamos allí con nuestras propias fuerzas, cuando le damos la gloria a Dios y no estamos allí por nosotros mismos, podemos ver a Dios moverse. A menudo, Dios nos está llamando a enfrentar nuestros mayores temores. Yo sé de qué se trata esto. Sufrí ataques de pánico durante nueve años. Fueron nueve años de infierno en la tierra, a veces incluso siendo trasladado en ambulancia al hospital a causa de esta aflicción.
Una noche me encontré en medio de uno de estos ataques de pánico y finalmente dije: “Satanás, tú sólo puedes matarme si Dios te lo permite; y si él lo hace, el cielo será mi hogar esta noche. En vida o muerte, yo gano”. Un calor recorrió todo mi cuerpo y Dios me libró en un instante.
Esta liberación no fue natural ni por el poder de los hombres, y así será tu liberación. Dios mirará tu aflicción y su poder te sanará.