Soberano sobre Toda la Tierra

Gary Wilkerson

No solemos pensar que Apocalipsis es un libro alentador, pero lee conmigo esta increíble apertura. “Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1:4-6).

¿Es América el soberano de los reyes de la tierra? ¿Es Israel, la Unión Europea, las naciones árabes? ¡No!

¿Quién es el soberano de toda la tierra? Es Jesús. ¿Ante el nombre de quién se doblará toda rodilla y toda lengua lo confesará como Señor? Es Jesús. ¿Quién es alto, excelso y exaltado sobre todos los demás? Nadie más que Jesús.

El nombre de Jesús es glorioso y magnificado. Juan está presentando una promesa a los creyentes asediados de su tiempo. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él” (Apocalipsis 1:7). ¿Qué hace Jesús cuando la iglesia está en decadencia y le falta fuego, cuando perdemos nuestro primer amor y somos perseguidos o desanimados? ¡Él se vuelve a dar a conocer! “Aquí estoy. Ven y conóceme”.

Él nos libera nuevamente de los pecados que tan fácilmente nos enredan, y nos eleva una vez más a un reino de sacerdotes fieles. Por mucho que ya tengas de Jesús, él tiene más para ti. Lo más importante que me enseñó mi padre fue: “Puedes tener tanto de Jesús como quieras”.

Me entusiasma el trabajo misionero, la buena predicación y la teología sólida, pero nada me llena de tanto gozo e interés como Jesús. Incluso si aún no hemos llegado a ese punto, Jesús siempre está esperando que nos volvamos a él. Si lo hacemos, su magnificencia nos abrumará. Tendremos esperanza en el soberano de todas las cosas. A Jesucristo sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. ¡Amén!