Solo para la Familia
“Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí” (Génesis 43:30).
Este es el corazón de nuestro Salvador, incluso hacia los pecadores. José y sus hermanos estaban comiendo y bebiendo en la misma habitación, pero él se sentó solo. No nos atrevemos a pasar a la ligera esta afirmación. Estos hombres estaban comiendo en la presencia de José sin haber sido completamente restaurados y sin una revelación de amor y gracia.
Podemos estar en la presencia del Señor y aun así sentirnos no amados. Muchos cristianos irán a la casa de Dios para cantar y adorar, y luego regresarán a casa con la misma vieja mentira: “Dios no me muestra ninguna evidencia de que me ama. Mis oraciones quedan sin respuesta. Él realmente no se preocupa por mí de la forma en que se preocupa por otros cristianos”.
Los hermanos de José habían reconocido su pecado, pero necesitaban estar totalmente al final de su amargura y recursos humanos antes de que José pudiera revelarles su amor. “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmos 51:17). Los hermanos aún no tenían el corazón quebrantado (ver Génesis 43:34), por lo que los sometió a una prueba final. Cuando se dirigían a Canaán, José le dijo a su mayordomo que deslizara su copa de plata personal en el saco de Benjamín, el hermano menor. Apenas habían salido de la ciudad cuando los hombres de José los alcanzaron y los acusaron de robar la copa. Estaban tan seguros de su inocencia que dijeron: “Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor” (Génesis 44:9).
Ya no había lucha en ellos. No más orgullo. Fueron humillados, quebrantados; gritaron: “¡Nos damos por vencidos! ¡Nos rendimos!”.
Luego vino la revelación del amor. “No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos” (Génesis 45:1) . Ahora tenían un sentido de familia, de amor incondicional y aceptación. El mundo puede escuchar acerca del amor de Dios, pero solo la familia puede experimentarlo.
Amados, Dios habita en los humildes y los quebrantados de corazón. Se deleita en su familia. Él nos ha amado todos estos últimos años, incluso cuando éramos pecadores. Descansa en su amor por ti.