Su Fuerza en Nuestra Debilidad

Gary Wilkerson

“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; de la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo” (Salmos 8:1-2).

Entre estos dos versículos, David pasó de describir el poder de Dios como celestial y majestuoso a evocar una figura del estado más bajo y desamparado posible. No podría haber una distancia mayor entre estos dos puntos, desde los confines más elevados del cosmos hasta el llanto más bajo de un bebé.

A primera vista, el segundo versículo parece un sermón totalmente separado del primero, que ensalza la imponente majestad de Dios. No te dejes engañar, porque no se trata de un cambio de tema. Los dos primeros versículos del Salmo 8 están íntimamente relacionados.

Yo creo que David tuvo una revelación que le hizo brotar grandes elogios de su corazón y de su boca. Su revelación fue: “Señor, estas son tus batallas, no las mías. La lucha te pertenece a ti. Yo puedo tener paz”. Nada es tan indefenso como un bebé, y, sin embargo, sus llantos pueden invocar el mayor poder que existe.

¿Qué te causa ansiedad? ¿Con qué estás luchando? ¿Qué preocupaciones te estresan? No son tus batallas. Déjalas todas. Llévaselas a Jesús, depositando tus preocupaciones sobre él, porque él cuida de ti. Dile: “Señor, estos son tus enemigos, y tú triunfas sobre ellos”.

Tu enemigo actual puede ser una enfermedad, presiones económicas, estrés matrimonial o relaciones tensas. No puedes vencerlos con tu propia sabiduría y fuerza. Tienes que confiar en la dirección y el poder del Espíritu Santo para lidiar con ellos. A menudo, el arma correcta para nuestra guerra es simplemente una comprensión correcta de quién es Dios. Eso es lo que hace que el llanto más simple de un bebé sea una poderosa declaración de fe que puede reducir a nuestros enemigos a la nada.

Dios demuestra a menudo su fuerza a través de cosas que el mundo ve como pequeñas, débiles e insignificantes. A través de nuestra debilidad, Dios muestra su poder sobre obstáculos que parecen insuperables. Él es más grande de lo que jamás podríamos imaginar y su omnipotencia va mucho más allá de lo que nuestras mentes finitas pueden imaginar.

 

Este devocional ha sido adaptado del libro de Gary Wilkerson: El Altar de Nuestros Corazones: Un Devocional Expositivo sobre los Salmos.