Su Obra, No la Nuestra
Yo creo que la justificación por la fe es la verdad fundamental del cristianismo. No puedes conocer el verdadero reposo y la paz hasta que estés convencido de que tus propias obras de justicia nunca podrán ser reparados ante los ojos de Dios.
Si tú no comprendes la perfecta justicia de Cristo que es tuya por la fe, llevarás una vida de trabajo y sudor. Pasarás tus días tratando de agradar a Dios mediante intentos legalistas y desesperados de establecer tu propia justicia. La verdad es que nunca podrás llevarle alguna justicia al Señor.
Sin duda estás familiarizado con el pasaje de Isaías que dice que nuestra justicia es como trapos de inmundicia delante de Dios (ver Isaías 64:6). Esto no significa que Dios desprecie nuestras buenas obras, en absoluto. Deberíamos hacer buenas obras, pero si crees que tus buenas obras te harán merecer tu salvación, que te permitirán permanecer santo ante Dios, entonces no son más que trapos de inmundicia.
Quizás te sientas bien por las buenas obras que haces e incluso disfrutes de un momento de victoria cada vez que resistas la tentación. Puede que te sientas justo, que el favor de Dios está contigo. Sin embargo, al día siguiente fracasas. Caes nuevamente en un pecado y de pronto pierdes todo tu gozo. Piensas que el Señor está enojado contigo y te preguntas si has perdido tu salvación.
Es una montaña rusa de altibajos emocionales, de calor y de frío, de pecar y confesar, según lo bueno o malo que creas que has sido en un día determinado. ¡Es una vida de miseria porque estás tratando de agradar a Dios en tu carne!
Amado, ninguna justicia de la carne jamás estará delante de Dios. Incluso las mejores personas entre nosotros, los santos más morales y piadosos, no han alcanzado la gloria de Dios. Ninguno de nosotros podrá jamás ser acepto a los ojos del Padre por nuestras buenas obras. ¡Somos aceptos por él sólo si estamos en Cristo!
Cuando acudimos a Jesús con fe salvadora y despojada de nosotros mismos, nos convertimos en uno en Cristo. “…porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Estar “en Cristo” significa que Dios nos acredita la justicia de Jesús. ¡Todos nuestros pecados son lavados gracias a su obra, no a la nuestra!