Superando la Tentación

Gary Wilkerson

La Palabra de Dios nos dice una y otra vez que huyamos de la tentación. Cuando muchos cristianos leen estos pasajes, su reflejo es el de hacer acopio de más voluntad para honrar sus mandamientos. Aunque sus intenciones son buenas, su objetivo es erróneo.

Pablo nos dice que vencer la tentación no tiene que ver con lo que hacemos o dejamos de hacer, sino con lo que creemos acerca de la persona a la que servimos. Pablo también nos dice que no estamos solos. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana” (1 Corintios 10:13). Es bueno saber que cada uno de nuestros hermanos y hermanas en Cristo lucha contra la tentación.

Ayuda aún más saber esto: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10:13). Este versículo nos muestra la respuesta directa de Dios a nuestra tentación. Él es fiel con nosotros. Cuando pensamos en resistir la tentación, pensamos en permanecer fieles a Dios. Pablo aquí da vuelta esa forma de pensar, diciendo: “No, se trata de la fidelidad de Dios hacia ustedes en medio de su tentación”.

Esto habla de uno de los atributos increíbles de nuestro Señor: su omnipotencia. Como enseña Jesús en el “Padre Nuestro”, él tiene el poder de librarnos de la tentación. No se trata de nuestro poder, nuestra voluntad o nuestra determinación, sino de nuestra confianza en su fuerza suprema.

Sea cual sea la lucha que tengas, sea cual sea la tentación que te acose, primero debes saber que es algo común para las multitudes. Segundo, debes saber que la respuesta de Dios a tu tentación no es quedarse sentado con los brazos cruzados y decir: “Está bien, veamos qué tan bien respondes a esta”. No, Pablo dice que el Señor es completamente fiel contigo en esa hora. Él no permitirá que seas tentado más allá de tu capacidad.

Dios está obrando a nuestro favor. Pecaremos y haremos cosas contrarias a su voluntad, plan y propósitos. Sin embargo, lo importante es que nos aferremos a Cristo y no seamos vencidos por la tentación o una caída momentánea. El Señor es más fiel, diligente, apasionado y poderoso a nuestro favor para vencer cada ataque del enemigo que nosotros mismos. Él promete que al honrarlo en nuestra tentación, no seremos vencidos por nada.