Superando a los Carros

Gary Wilkerson

Jezreel era conocida como una ciudad de carros. Destacaba en la guerra debido a su vasta flota de vehículos de hierro diseñados para moverse rápidamente en la batalla. Los carros representaban la fuerza de los hombres. Significaban el poder de avanzar con gran agilidad y la capacidad de lograr algo a través de un recurso poderoso y dominante.

Hoy en día, hay algo que yo llamo un “estilo de vida de carro”, uno de comodidad y tranquilidad donde se satisfacen todas nuestras necesidades. Si necesitamos algo, lo pagamos con un cheque. Si queremos hacer algo, seguimos adelante y lo hacemos.

Para un cristiano, el estilo de vida del carro puede tener un gran atractivo. En el estándar de éxito mundial, vemos “carros” y “sementales” impresionantes. Estos son los medios y riquezas materiales que proporcionan a las personas tranquilidad, seguridad y comodidad en todo momento. 

El siervo de Dios no busca esas cosas. En cambio, busca obedecer la voz de su amo y dedicarse a los intereses de su reino. Sin embargo, muchos creyentes a veces pueden encontrarse sin los recursos necesarios para hacer ciertas cosas por su familia. Un llamado o ministerio no se está cumpliendo. Estos cristianos pueden verse tentados a pensar: “Los recursos están ahí fuera y el mundo los está utilizando con gran efecto, pero yo no tengo ninguno de ellos. Yo los necesito para realizar la obra de Dios. ¿Cómo puedo conseguirlos?

Elías sabía que no debía mirar los recursos del mundo. Imagina la escena cuando se dirigió al rey Acab. El rey estaba encaramado en su brillante carro, elevándose sobre el humilde profeta. Sin embargo, Elías dijo con valentía: “Unce tu carro y desciende” (1 Reyes 18:44). Luego leemos: “La mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel” (1 Reyes 18:46). ¡El hombre de Dios superó a un carro en una distancia de muchas millas!

El apóstol Pablo nos dice que hemos sido llamados por Dios a correr una carrera. Necesitamos prepararnos para la contienda reforzando nuestra creencia y confianza en el Señor. Cuando veas carros frente a ti, llevando a la gente rápidamente hacia sus objetivos, no te desesperes. No desmayes por el poder que ellos tienen y a ti te falta. Dios tiene un camino diferente para ti. Cuando pones tus ojos en el Padre y dejas que su mano poderosa venga sobre ti, tú también puedes correr más rápido que los carros.