Tú le Perteneces a Él

David Wilkerson (1931-2011)

En Cantares de los Cantares, el Señor dice de su esposa: “¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!” (Cantares de los Cantares 7:6).

Estas palabras describen los pensamientos de Jesús hacia su novia mientras la contempla. Él la mira y le dice: “Qué hermosa, dulce y encantadora eres. ¡Eres preciosa para mí, oh amor!” Entonces la novia se jacta: “Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento” (Cantares de los Cantares 7:10). El significado aquí es que él corre detrás de mí con deleite y me persigue porque soy muy valiosa para él.

Estos mismos pensamientos se encuentran en todo el libro de los Salmos: “Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia” (Salmos 147:11) y: “Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación” (Salmos 149:4).

Comprender que eres precioso para el Señor es la clave para tu liberación de cada batalla que se libra en tu alma. Es el secreto para entrar en el reposo que Dios te ha prometido. Hasta que no te apoderes de ello y se convierta en un fundamento de verdad en tu corazón, no podrás resistir lo que te espera en este tiempo perverso.

Isaías tuvo una revelación del gran deleite de Dios en nosotros. Él profetizó a Israel esta palabra del Señor: “Oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:1-2).

Isaías no estaba hablando literalmente de un diluvio o un incendio. Estaba hablando de lo que la gente estaba pasando espiritual y mentalmente. En aquel tiempo estaban en cautiverio; las aguas eran pruebas, los incendios eran tentaciones y los ríos eran tribulaciones. El diablo intentó destruir y abrumar al pueblo de Dios.

Las palabras de Isaías fueron un mensaje de pura misericordia para Israel. Estaban en cautiverio por su propia estupidez y necedad, y no merecían nada. Sin embargo, Dios les envió un profeta que lloraba y tenía el corazón quebrantado que les dijo: “¡Dios quiere que les diga que ustedes le pertenecen!” Amado, recibe hoy esas palabras. ¡Tú le perteneces a Dios y él se deleita en ti!